La ternura como revolución interior.

La ternura como revolución interior.

Voy a hablarte de algo que, en la práctica clínica y en la vida cotidiana, se repite mucho: actualmente, cada vez vemos más experiencias o abordajes terapéuticos que buscan la “expansión”; casi siempre se apunta a “expandir la consciencia” y, sobre todo, lo vemos en la Psicología Transpersonal.

Siendo Psicóloga Transpersonal, en mi propia experiencia y acompañando personas, he descubierto que no necesitamos —tantas— experiencias expansivas, sino más ternura. Y cuando hablo de ternura, me refiero a una cualidad del sistema nervioso y del vínculo que permite que lo transformador se vuelva habitable.

De la inflación espiritual al ablandamiento encarnado

¿A qué me refiero? Pasa así: sales de un retiro pensando, sintiendo y diciendo: “¡Wow! vi el Todo, me expandí y me convertí en el cosmos”, pero cuando llegas a casa, no puedes mirar a tu pareja a los ojos, ni sostener el llanto de tu hijo, ni escuchar tu cuerpo sin querer huir. Eso no es expansión, eso es inflación espiritual.

Después de experiencias intensas solemos decir “me siento expandida”, pero muchas veces no es expansión: es blandura. Se etiqueta como “expansión” todo lo que nos saca de la rigidez del yo, pero lo que en verdad sucede, muchas veces, es ternura: un reblandecimiento, una entrega, un dejarse tocar. Por eso creo que: expandir sin ablandar es inflar, y la ternura es la condición para que la expansión no sea evasión, sino encarnación.

Nos venden la expansión como meta espiritual: más consciencia, más luz, más grandeza. Pero expandir sin ablandar es inflar. La expansión puede impresionar —visión cósmica, estados cumbre, fuegos artificiales—, pero si el cuerpo sigue duro, no es transformación: es defensa con adorno espiritual. Aquí lo esencial sería distinguir del brillo de lo cumbre al temblor honesto del cuerpo que empieza a ablandarse; una cosa agranda la idea de ti, la otra agranda tu capacidad real para estar con lo que eres y con lo que te duele.

Sanar empieza por ablandar 

Sanar no empieza expandiendo: empieza ablandando. Lo verdaderamente transformador no es crecer hacia afuera, sino ablandar hacia adentro. El trauma no se resuelve viajando a lo cósmico, se disuelve cuando el cuerpo, por fin, se permite ablandar lo petrificado.

Ablandar es ternura: un reblandecimiento hacia adentro, permitir que lo frágil exista sin juicio; permitir que lo endurecido por el dolor se suavice, aunque incomode, aunque arda, aunque duela. La expansión suele ir hacia afuera: más mundo, más cosmos, más “todo”; la expansión puede inflar; la ternura desarma. Y sí, una experiencia en estados expandidos de consciencia o una experiencia cumbre puede despertar ternura, pero solo con soporte relacional, con ritmo, con contención y con cuerpo suficiente para encarnarla, esa ternura podrá sostenerse en el tiempo.

La ternura es el yeso biológico que permite que la expansión no se quiebre al primer golpe de realidad.

En el cuerpo se siente distinto

El trabajo somático nos recuerda que lo esencial no siempre es abrir más, sino ablandar las defensas que nos mantenían rígidas. En el cuerpo se siente diferente: la expansión se percibe como aire, ligereza, escape; la ternura como calor, suavidad, lágrimas que aflojan. Una expansión sin ternura puede ser deslumbrante pero puede ser vacía; ternura sin expansión, en cambio, YA ES MEDICINA. La verdadera expansión no se mide en cuántos cielos tocas, sino en cuánta ternura puedes sostener sin huir.

La ternura es la condición para que la expansión no sea evasión, sino encarnación.

Quizá la ternura es expansión, pero hacia dentro: el espacio se agranda para que nuestra vulnerabilidad tenga lugar.

Lo verdaderamente revolucionario

En un mundo obsesionado con crecer y con expandirse, lo verdaderamente revolucionario no es sentir el infinito, sino permitir que lo blando exista sin juicio. Y a veces, lo más radical es permitir lo pequeño, lo tierno, lo frágil.

Lo revolucionario no es coleccionar visiones del Absoluto; lo revolucionario es permitir que lo blando exista sin juicio cuando tu historia te obligó a endurecerte.

Nos han dicho que sanar es “expandirse”. Pero quizá sanar también es hacerse más blando, más humano, más compasivo. No se trata siempre de abrir alas infinitas, sino de sostener la ternura en el cuerpo.

Cosmos y corazón sin evasión

Expansión es cosmos. Ternura es corazón. Y ambas pueden convivir si dejamos que el cuerpo marque el camino. La ternura es la condición para que la expansión no sea evasión, sino encarnación. Y el cuerpo lo sabe: antes de abrir más espacio, necesita suavizar lo endurecido. Expandir sin ablandar es escapar. Ablandar antes de expandir es encarnar. Lo blando no es debilidad: es la base sólida para crecer sin huir. La ternura no es lo “pequeño”: es la condición para que la expansión no sea evasión, sino transformación real.

Para que todo esto sea vivible y no solo inspirador: la neurocepción es el prerrequisito del ablandar; sin señales de seguridad internas y relacionales, la mente buscará expansión como elevación mientras el cuerpo permanece en defensa.

La dosificación importa: la ternura se entrena en dosis pequeñas —pausas, respiración con exhalaciones largas, contacto visual tolerable, límites claros, co-regulación con un otro confiable—; pequeñas dosis repetidas reorganizan patrones de defensa sin desbordar.

El insight de un estado expandido de consciencia expande el mapa, pero la ternura fija la ruta en el cuerpo: nuevas sinapsis se estabilizan cuando hay experiencia sentida de seguridad (suspiros espontáneos, temblores finos, lágrimas que aflojan). Tras estados cumbre o expandidos, integra con lo elemental: dormir, comer, caminar, vínculo, límites, rituales simples.

¿Cuáles serían los indicadores de encarnación? Más tolerancia al contacto, suavidad en mandíbula/pelvis/diafragma, mayor oscilación emocional sin colapsar, y ternura hacia uno mismo en la torpeza.

Pregunta práctica para ti¿Qué parte de mí necesita ablandarse un 3% ahora mismo?

Entonces... ¿La expansión de la consciencia es mala?
No. Es valiosa. Pero sin ablandar (ternura encarnada) puede volverse inflación espiritual: mucha visión, poca transformación.

¿Qué significa “ablandar”?
Permitir que el cuerpo suelte rigidez protectora en condiciones de seguridad, dando lugar a la vulnerabilidad sin juicio.

¿Cómo sostener la ternura tras un retiro?
Con soporte relacional (acompañamiento), ritmo y contención: descanso, contacto humano seguro, límites, respiración regulada y prácticas corporales.

¿Por qué “yeso biológico”?
Porque sostiene lo nuevo mientras se asienta: evita que la expansión “se quiebre al primer golpe de realidad”.

¿Cómo diferencio expansión y ternura en el cuerpo?
La expansión suele sentirse como aire/escape; la ternura como calor/suavidad y lágrimas que aflojan.

¿Quieres integrar sin evadir y encarnar con ternura?
TE ACOMPAÑO🫂

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